“Independientemente de cómo se viaje, de los atajos que se tomen, del cumplimiento o no de las expectativas, uno siempre acaba aprendiendo algo.”
Jack Kerouac
Me gusta afirmar que los viajes son uno de los grandes motores de la vida humana, o, por qué no decir, de la vida en general – si hasta las aves y los peces migran según la temporada, buscando más frío, más calor o más comida. Los motivos que nos embarcan en un viaje a las personas no son tan distintos a los motivos de los animales. Podemos viajar por trabajo, por amor, o para conocer otras culturas, es decir: procrear, buscar un lugar donde nos sintamos más a gusto, o buscar un destino en donde tengamos un sustento de vida mejor que el que tenemos en nuestro lugar de origen. Escribir de viajes como hace la Generación Beat en su literatura, no sería entonces tan diferente de ver un documental de golondrinas que migran del norte al sur, de esos que ponemos de fondo para dormir o para tener sexo, o, incluso, cuando necesitamos no pensar en nada.
Si los viajes humanos en sí no son más que supervivencia con la posibilidad de volar sin alas a través de una lata que despega imitando a las golondrinas, por qué nos genera sensación de libertad leer sobre la experiencia de viajar a través de las palabras de nuestros autores favoritos? Creo que tengo la respuesta a eso: los humanos somos la única especie que puede viajar hacia adentro.
Un viaje es siempre una experiencia en un entorno diferente del que estamos acostumbrados a rodearnos. Cuando llegamos a un país diferente al nuestro, las calles no están ordenadas de la misma manera. Es probable que al principio no podamos hacer dos cuadras sin tener el GPS prendido. Las caras de las personas también son distintas – la idiosincrasia, las costumbres, las formas de relacionarse hacen que nos parezcamos mucho entre los que vivimos en el mismo territorio, y que sea muy fácil identificar a quien no es de ahí, incluso sin necesidad de que esa persona emita una palabra. Ni hablar de que la manera de alimentarnos también cambia. Es probable que encuentres un sitio para desayunar algo parecido a una medialuna, incluso que tenga la misma forma de una medialuna, pero, por alguna razón extraña, no sabe igual que las medialunas que desayunas en tu país.
Lo que nos diferencia de las golondrinas, de las gaviotas reidoras y de los cisnes cantores es que las experiencias que vivimos mientras viajamos nos modifican internamente. Un viaje es, a la vez, una experiencia con el mundo y con nosotros mismos.
Eso es lo que hace a los libros sobre viajes tan interesantes, nos dan la posibilidad de viajar sin tener que pagar un ticket de avión, nos muestran lugares maravillosos o, incluso, lugares horribles a los que nunca iríamos, y nos dan la posibilidad de observar cómo esas vivencias modifican internamente al autor, que va mutando de piel a través de los conocimientos.
Jack Kerouac es el autor del famoso libro “On The Road”. Él mismo cuenta que una vez que volvió del viaje que dio nombre a la obra, se encerró quince días en la casa de su madre a escribir este libro de corrido, sin corregir, y en una hoja enorme de telégrafo, para asegurarse de que la experiencia de su viaje sea transmitida a los lectores de la forma más fidedigna posible. La literatura de Jack Kerouac nos muestra que los viajes nos hacen uno con el mundo, y son la forma ideal de incorporar conocimientos sobre nosotros mismos que no teníamos antes de decidir emprenderlos.
Cuando hablamos de este autor, siempre el primer título al que los lectores suelen referirse es On The Road. Sin embargo, hay aún un viaje más iniciático, y es el que Kerouac emprende en su libro «Los Vagabundos del Dharma«. Allí nos invita a recorrer las montañas de California pero, a su vez, a que nos embarquemos en la travesía espiritual del descubrimiento de nuestro Dharma. Todos estamos familiarizados con el concepto del karma: si obras mal, te vendrá el mal. Sin embargo, pocos sabemos que ese concepto también existe en forma positiva: si buscas tu bienestar y obras en pos del bien común, el bienestar llegará. Los Vagabundos del Dharma es un viaje en busca de la felicidad, la música y la poesía. Un viaje a través de los principales conceptos del budismo y la espiritualidad.
Si estás ávido de vivir experiencias diferentes, si quieres conocerte a ti mismo de una manera más profunda, si quieres saber cómo se siente que el viento de la libertad te pegue en la cara un ratito, no tienes más que agarrar un libro de Kerouac.
Estoy segura que tu próximo destino será el cambio.
«Los escritores son, en cierta manera, muy poderosos. Escriben el guion para la película de la ‘realidad’. Kerouac abrió un millón de cafeterías y vendió un millón de pantalones Levis a ambos sexos. Woodstock se erige sobre sus páginas. Si los escritores pudieran unirse en algún tipo de fuerte lazo, tendríamos un mundo regido por las palabras. Podríamos escribir nuestros propios universos, y serían tan reales como la cafetería o como unos pantalones Levis o un baile de fin de curso en la era del Jazz. Los escritores podrían tomar el control del estudio de la ‘realidad’. Por lo tanto, no se les puede permitir que descubran que pueden hacer algo así. Kerouac lo entendió mucho antes de que yo lo hiciera. «La vida es un sueño», dijo.«
William S. Burroughs en «Remembering Jack Kerouac»
Texto de Gisela Monti, Bohemia Librería. @bohemia.libreria / @gisela.monti