Viktor Frankl (1905 – 1997) fue un neurólogo, psiquiatra, filósofo y escritor austriaco de origen judío. Viktor fue, además y sobre todo, superviviente del Holocausto, habiendo pasado un total de tres años en cuatro campos de concentración diferentes durante los de la ocupación alemana en Austria durante la IIGM.
Ejerciendo como psiquiatra en Viena desde 1930, el joven Frankl fue testigo directo del desarrollo político en el tablero europeo, y del avance militar de la maquinaria nazi y su pronta invasión en Austria, así como de sus planes para con la población de origen judío de la región. Viktor fue enviado en 1942, junto con toda su familia, al campo de concentración de Theresienstadt, donde su padre pereció ese mismo año a causa de una neumonía provocada por las pésimas condiciones del lugar, y empeorada por la terrible inanición a la que eran sometidos los prisioneros. Al año siguiente, los restantes miembros del clan fueron trasladados a Auschwitz, donde su madre y su hermano murieron en las infames cámaras de gas. Finalmente, y tras ser recolocados una vez más, su esposa perdió la vida en el campo de Bergen-Belsen después de contraer el virus del tifus.
Es imposible imaginar qué queda dentro, en el interior del alma de una persona, después de atravesar una experiencia como esta. Es imposible, repetimos, comprender cuál es el motor que impulsa a un ser humano a seguir hacia delante durante y después de una situación semejante. Y aunque resulte, repetimos una vez más, imposible ponerse en la piel de Viktor Frankl, al menos tenemos la suerte de poder atender al testimonio de primera mano de alguien que ha padecido las mayores penalidades, los mayores sufrimientos, el peor dolor inimaginable, tanto físico como emocional, de manera constante y rutinaria, y sin absoluta mesura, sin absoluto justificante, sin recibo alguno.
Viktor Frankl fue capaz de superar esta travesía por los avernos aplicando los principios de las teorías y el enfoque psicológico que él mismo había creado y desarrollado, la logoterapia – una rama propuesta a partir de las ideas existenciales y las teorías humanistas de Sigmund Freud y Alfred Adler, entre otros, y que consideraba la búsqueda del significado vital como la principal fuerza de acción para las personas. Bajo esta perspectiva, se acepta que la vida y las experiencias por las que atravesamos tienen un sentido, incluso las más penosas y dolorosas – y, de la misma manera, se defiende que la principal motivación para seguir adelante es la de encontrar y defender el significado de nuestra propia existencia. La logoterapia otorga peso a la búsqueda de significado y a la toma de responsabilidad ante el futuro y las circunstancias en oposición al vacío existencial que el mundo, en apariencia, nos ofrece.
El hombre en busca de sentido es una reflexión acerca de cómo es posible encontrar un motivo interno cuando las circunstancias externas se han resquebrajado completamente. Es una reflexión acerca del auténtico sentido del concepto de libertad – la capacidad de mantener un rumbo y encontrar significado cuando todo lo que tenemos a nuestro alrededor se desmorona. Es una reflexión, en última instancia, sobre la verdadera definición de lo que es la dignidad humana.
Pocas obras se han escrito jamás que contengan una lección existencial de un tamaño semejante a la que contiene este relato. Publicado en 1946, estamos ante un libro que ha sido traducido a más de 50 idiomas y que ha vendido decenas de millones de ejemplares en las cuatro esquinas del planeta. Una novela atemporal y universal.
Después de su liberación como prisionero una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, Frankl fue capaz de volver a Viena, donde fue nombrado director del Departamento de Neurología del Hospital Policlínico, y donde residiría hasta su muerte más de medio siglo después. Desde ahí, Viktor desarrolló una prolífica labor profesional y académica que le ha valido para encumbrarse como uno de los pilares de la historia de la psicología y la psiquiatría, y en la actualidad es uno de los autores de obligada revisión para todos los profesionales de las ciencias de la salud en general – por otra parte, también es un escritor apto para todos los públicos, atendiendo a la brillantez y a la magia con la que ha sido capaz de plasmar en palabras algunas de las experiencias más terribles que uno puede imaginar.
El hombre en busca de sentido es un libro, uno de los mejores de la historia may I add, que dejará una impronta imborrable en el lector – es una lección que simplemente no podrá olvidar. Decía un sabio muy sabio que sólo los idiotas aprenden por experiencia propia – las mentes brillantes son capaces de aprender gracias a los errores de otros. No es que Viktor Frankl haya cometido ningún error, pero quizá recordar su historia le haga contemporizar un poco más la próxima vez que sienta ganas de ponerse a patalear porque el jefe no le ha dado hoy los buenos días, o porque no encuentra un puñetero sitio para aparcar el coche.
Sigue de cerca el proyecto de History Cool Books en Instagram – @historycoolbooks