Miguel Delibes (1920 – 2010) fue un novelista y periodista español, miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte. Delibes es considerado uno de los grandes escritores de la España de la posguerra, habiendo sido el ganador de más de una veintena de galardones y premios nacionales e internacionales.
Muchas de sus obras más destacadas han sido adaptadas al cine, como Los Santos Inocentes (novela de 1981 y film de 1984), El camino (libro de 1950 y película de 1963), Las ratas (libro de 1962, adaptación cinematográfica de 1998), El tesoro ( novela publicada en 1985 y llevada a la gran pantalla en 1988) o Mi idolatrado hijo Sisí (novela de 1953 adaptada al cine en 1976 por Antonio Giménez Rico bajo el título Retrato de familia). Además, otras tantas de las obras del autor han sido llevadas al teatro, como Señora de rojo sobre fondo gris, La hoja roja, o Cinco horas con Mario.
Delibes es uno de los creadores más estudiados y analizados de la segunda mitad del siglo pasado en nuestro país. Autor comprometido con la lucha social y con el mantenimiento y alzamiento de los valores comunitarios, Delibes tuvo que soportar cierto criticismo que se empeñó en retratarle como reacio al progreso y a la vida moderna, ya que una amplia mayoría de sus trabajos parecen enaltecer las virtudes de la vida rural y las ventajas de las comunidades tradicionales, en oposición a la despersonalización y la falta de armonía de la vida en las grandes ciudades.
Sin embargo, Delibes nunca se declaró a si mismo como enemigo del progreso y el avance de las sociedades – sino, más bien, como escéptico y receloso de las costumbres y maneras de funcionar del pomposo modelo capitalista y consumista, que antepone el usar y tirar y la cultura del acaparamiento y el desperdicio a la autenticidad, la compostura y la razonada modestia de la vida rural. Delibes se convirtió en un poderoso defensor de la vida en los pueblos, los grandes olvidados del progreso, y dedicó esfuerzos a poner de relevancia los problemas que azotaban a las comunidades más humildes, consideradas como símbolos del pasado.
Miguel Delibes consideraba a la literatura como el vehículo principal de la cultura – como el epicentro de la identidad de un pueblo. En sus propias palabras: «un pueblo sin literatura es un pueblo mudo». Estamos ante uno de los autores centrales en la España reciente, y son muchas las obras que podríamos haber elegido para reverenciar su figura. Hoy hemos elegido hablar de El príncipe destronado, una breve novela publicada por primera vez en el año 1973, y que fue (una vez más) adaptada al cine en el año 1977 por el director vasco Antonio Mercero, bajo el título La guerra de papá.
En El príncipe destronado, Delibes nos cuenta la historia de Quico, un niño de apenas cuatro años que siente como su pequeño mundo de comodidad y atenciones se resquebraja ante la noticia del inminente nacimiento de una nueva hermanita. El síndrome del príncipe destronado es un fenómeno psicológico real, bien estudiado, y bastante común en niños que, acostumbrados a acaparar la atención y los cuidados de sus padres de manera exclusiva, se ven obligados a compartir el amor de sus progenitores con un nuevo hermanito, despertando en los primeros unos celos y una envidia de manera desmedida que les pueden empujar a actuar de diversas maneras, en un intento por recuperar su posición de privilegio y/o ventilar sus frustraciones. Y este es el caso del pequeño Quico que Delibes crea en esta pequeña novela: el protagonista se entrega a las travesuras y las trastadas, a través de las cuáles los miedos y la personalidad del niño son reveladas al lector. La historia transcurre en un sólo día, y la narración viene dividida por franjas horarias en lugar de capítulos.
Uno de los elementos centrales del relato son las relaciones familiares, contextualizadas en una posición de semi-conflicto y falta de comunicación, con la voluntad de dar relevancia al carácter fratricida de la reciente guerra civil que había partido, de facto, el país en dos, llegando en ocasiones a enfrentar a miembros de la misma familia entre sí, y cuyas consecuencias y secuelas aún eran muy evidentes y fácilmente palpables. Otros aspectos esenciales de la España contemporánea a la novela, como el machismo, el clasismo o la desconexión intergeneracional, también son tratados en la obra.
En resumen y para el que no lo sepa ya, Miguel Delibes es uno de los escritores españoles que con mayor precisión y honestidad han sido capaces de capturar la esencia y las idiosincrasias de la sociedad de nuestro país, así como sus elementos más apreciados y repudiados, y las consecuencias para el grueso de la población en las que han acabado por cristalizar las diversas ideologías y movimientos políticos históricos.
Delibes es uno de esos autores con los que no hay lugar para el error – cada vez que estiramos la mano para agarrar un ejemplar de alguna de sus novelas de la estantería, lo hacemos con la certeza de que estamos a punto de embarcarnos en un viaje de reflexión, consideración y previsión que no puede compararse a ningún otro.
Son muchos los halagos y las alabanzas que se han dedicado (en vida y en muerte) al genio de Valladolid, pero para poner el broche a la presente, hemos decidido quedarnos con las palabras que el crítico literario Rafael Conte le dedica al maestro de la literatura:
«Siempre y en cada momento Delibes ha sabido captar la realidad española y muy particularmente la realidad castellana. Él es el gran testigo de Castilla. Y lo mismo que Juan Ramón fue universal desde su andalucismo, Delibes parte de lo castellano para desentrañar lo español y alcanzar lo universal»