André Breton (1896 – 1966) fue un escritor y poeta francés, conocido por ser uno de los fundadores, líderes, y principales ideólogos del movimiento artístico surrealista, siendo el autor del Manifiesto Surrealista de 1924, obra que sienta las bases del fenómeno por primera vez.
Nacido y criado en la región de Normandía, Breton se traslada a París a comienzos de la década de los años veinte, donde comienza a desarrollar sus inquietudes artísticas y políticas, y donde se dedica a comercializar sus primeros cuadros y trabajos artísticos para ir tirando. Pronto se relaciona con otros precursores de corrientes artísticas surrealistas, como Tristan Tzara o Paul Éluard. Afiliado al Partido Comunista Francés durante un breve periodo de tiempo, Breton se caracteriza en esta etapa por la evolución en su postura política, y por la publicación de una de sus mejores novelas, Nadja, acerca de una relación con una chica imaginaria que más adelante termina por desarrollar una enfermedad mental.
En 1938, Breton, ya establecido como uno de los más destacados artistas de su generación, es encomendado por el gobierno francés con la tarea de viajar a México para impartir allí una serie de conferencias. En el país azteca, André Breton conoce a León Trotsky, con quien redacta el Manifiesto por un Arte Independiente y Revolucionario. También allí se relaciona con Diego Rivera y Frida Kahlo, en lo que resulta ser una auténtica cumbre del arte surrealista.
A su vuelta se encuentra con Europa en guerra; Breton se une a los cuerpos sanitarios del ejército francés al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Cuando la nación cae frente a la invasión de la Alemania Nazi y se instaura la República de Vichy, sus libros son censurados por el nuevo gobierno, motivo suficiente para empujar al artista al exilio voluntario. Breton escapa y logra emigrar a los Estados Unidos, donde permanecerá ocioso y activo hasta su vuelta al viejo continente en 1946.
Breton retorna a París, donde residirá hasta su muerte. Allí no tarda en posicionarse, y se convierte en una de las voces más críticas con el colonialismo europeo en suelo africano. Además, la barbarie de la segunda gran contienda le ha re-convertido en un anarquista convencido, vinculándole de nuevo con sus inicios en el movimiento surrealista – «fue en el espejo negro del anarquismo donde el surrealismo pudo reconocerse por primera vez».
El libro que nos ocupa hoy es su publicación del año 1940 Antología del humor negro. Se trata de una antología de 45 autores que incluyen tanto autores de renombre como Friedrich Nietzsche, Edgar Allan Poe, Guillaume Apollinaire, Marcel Duchamp o Salvador Dalí, hasta escritores que eran por primera vez introducidos al gran público, en una selección realizada por el propio Breton personalmente.
Esta obra destaca además porque acuña por primera vez el propio término y presenta al mundo entero el novedoso concepto de «humor negro». Hasta este momento, cuando alguien hacia referencia a este término, el receptor imaginaba de inmediato que estaba a punto de escuchar una broma sobre personas de raza negra. De esta manera, Breton aporta al mundo una nueva categoría desde la que es posible acoger a ese género del humor que se basa en decir lo que todos estamos pensando, pero que no podemos decir. El género que se ocupa de tratar los temas que no resultan fáciles, o quizá ni siquiera adecuados, de tratar en situaciones sociales. El género, decimos, capaz de romper con la invisible pero opresiva camisa de fuerza que representan con firmeza las normas sociales y la cultura de lo políticamente correcto. El único género que podrá salvarnos de nosotros mismos, y del absoluto sinsentido que hemos creado. El género surrealista por antonomasia, oiga.
Texto de Tarek Morales para History Cool Books