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Bohemia Librería: Viajes y Orgías con Ziggy Stardust

¿Cuánta confianza se puede tener en un amigo? La suficiente para prestarle a tu novia un rato. Suficiente como para que tu amigo le guste más de lo que le gustas vos. Suficiente como para confiar en que todo se va a terminar con un apretón de manos. Con un ‘nos vemos otro día‘, como si no hubiera pasado nada. Ni la ropa tirada, ni las manchas de rouge sobre las sábanas, ni las botellas vacías, ni los celos forman parte de esta historia. Estamos en la Londres de los setenta. En la puerta de la casa de la calle Oakley en la que residen Angie y su esposo, David Bowie.

Los dos son muy particulares, pero sobre todo David, un cantante reconocido a nivel internacional con una personalidad camaleónica.

Es 1972 y Bowie lanza el disco que lo acerca a su versión más marciana: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. En este disco encarna a una estrella de rock bisexual procedente de otro planeta. La imagen que transmite Ziggy Stardust fue la precursora del glam rock: looks futuristas y mensajes inspirados en la novela 1984, que fascinaba a David Bowie. El disco fue demasiado para los primeros setenta. “Too much” que diríamos ahora. Nadie lo entendió siquiera, parecía que, de algún modo, Bowie ya estaba decodificando mensajes de otro planeta.

Pero este marciano bisexual en el que había decidido convertirse estaba también listo para llevar experiencias terrenales. Para divertirse en largas veladas que se celebran cada noche en su domicilio.

Volvemos entonces a la puerta de la casa de la calle Oakley. Estamos por entrar, y aunque no sabemos qué va a pasar adentro, podemos observar mientras dejamos los abrigos en la recepción que Angie y David retiraron todos los muebles de su enorme salón. Se nota que los sacaron hace poco, porque aún están las marcas en el piso de madera. Las cortinas de pana de color azul tapan unos grandes ventanales y no dejan entrar las luces de la calle. En el centro de la escena hay algo que parece ser una gran cama, que oficia de escenario.

1974 – simpler times

Las mujeres que dan vueltas por el lugar usan sólo tacones altos. Los pelos que recubren la vulva ofician de vestimenta. Nadie parece tener vergüenza de estar desnudo. La regla general es no fijarse en qué hace el otro, salvo que te toque el hombro y puedas darle tu consentimiento para tener sexo en el lugar de la casa que consideres más adecuado. Mientras todos te miran y se masturban con la energía de un orgasmo que se expande por los rincones de la mansión Bowie.

Es cierto que no todos cogen. Algunos sólo están ahí por las drogas. La cocaína se sirve en bandejas de plata, acomodada en rayas gordas y cortitas, como si fueran sashimi.

No hay demasiadas reglas esta noche. Eso nos permite ser voyeurs del sueño que deseemos. En este caso, ver a Bowie y a su mujer Angie tener sexo con Mick Jagger.

La cama que está en el centro de la escena se ilumina de color violeta. Los focos cubren las sábanas blancas de púrpura, casi rosado. Angie es alta y flaca. Debe medir más de un metro setenta. Tiene el pelo teñido de rubio y corto. Está totalmente mimetizada con su marido David. Ambos tienen los ojos maquillados de un azul estridente que les ilumina la mirada y los labios de un rojo tenue que parece corrido, como si se hubieran estado besando entre ellos o, quizá, como si David hubiera besado a Angie después de que ella lograra hacer terminar en su boca a un extraño que ya se retiró de la fiesta.

Mick no es tan bello ni tan alto como David. Tiene los ojos azules, redondos y muy abiertos. Parece que no hubiera pestañeado en años. Se mueve con rapidez hacia el centro de la escena. Besa a David Bowie en la boca con delicadeza. Las lenguas de los dos se tocan en el aire, sin rozarse los labios. Angie mira abrazada a David mientras Mick le pasa un dedo largo y flaco desde la punta de la nuca, que recorre su espalda y se mete en su vagina, masturbándola despacio.

David Bowie se desprende del beso de Mick para que Angie tome su lugar. Las lenguas de Angie y Mick se mueven rápido y con mayor intensidad. Angie moja la punta de sus dedos con la saliva de Mick y toca su pene. Primero con sus dedos mojados, y luego con su boca. Mirándolo a los ojos.

David Bowie contempla la escena como si estuviera mirando un cuadro. Se prende un cigarrillo y le da una calada larga, casi interminable. Los cuerpos de los tres están desnudos y encendidos. Mick penetra a Angie y la toma de la cintura mientras David la toma del cuello, casi hasta dejarla sin respiración. Las sábanas, que parecen iluminadas por una nave extraterrestre, están mojadas por el sudor de los cuerpos y manchadas de azul por las sombras de sus ojos. Todo parece mezclarse, y termina en un gran estallido de color que nos deja ciegos.

Confundidos y no sabiendo si lo que vimos fue real o si lo soñamos, estamos ahora en la puerta de la casa de David y Angie. Todo está en silencio, la casa huele a lavanda y está ordenada. Muebles pesados de madera, sillones capitoné de cuero marrón, lámparas, adornos antiguos y hasta una biblioteca ocupan el lugar en donde hasta hace un momento, Mick, Angie y David tenían sexo desenfrenadamente. Mick saluda a Angie con un beso en la mejilla y a David con un apretón de manos.

-será hasta la próxima- dice Mick.
-hasta la próxima- dice David. Y cierra la puerta.

En Londres hace un frío que cala los huesos. Son las cinco de la mañana del 21 de noviembre de 2021 y está amaneciendo. Confirmado, la nave de Ziggy Stardust nos volvió a dejar en la actualidad. Habrá más noches, eso seguro.

Texto de Gisela Monti. Bohemia Librería. @bohemia.libreria / @gisela.monti

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