Barrio de las letras

Let’s Read About It: Aullido y otros poemas, Allen Ginsberg


“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricas, desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo” 1


El poema comienza golpeándonos en la cara con un bate de beisbol. Abre nuestro cráneo y rebusca, rascando las huesudas paredes, la savia hipnótica del LSD. Empieza como un grito, un aullido intermitente que desea recordarnos que somos presa del deseo y de las máquinas. Que las ondas radiofónicas enturbian nuestra percepción de la realidad. Solo nos queda salvarnos mediante un pinchazo. Salir del aburrimiento por la vía rápida (un calibre 45 siempre viene bien para saltarse la tapa de los sesos) o espantar los ruidos siderales con placer y sexo (a veces van unidos pero no es condición necesaria).

En Aullido y otros poemas de Allen Ginsberg se refleja la desesperación del ser humano hundido en las maquinas del capitalismo sufriendo los vapores tóxicos del carbón, quemándose dentro de la barriga del Banco Central de turno que juega con el dinero que paga el pinchazo que hace explotar nuestros sesos. Allen sabe perfectamente cómo funciona la máquina. Por eso las mejores mentes de su generación se están destruyendo. Han visto los ojos de la bestia en las profundidades de Wall Street. Han escuchado el aullido del primer y último hombre.

Ginsberg perteneció a la generación beat (movimiento artístico y literario iniciado a mediados de los años cuarenta en Estados Unidos) junto a Jack Kerouac, William Seward Burroughs, Neal Cassady o Carl Solomon entre otros. Aullido va, en parte, dedicado a todos ellos. No solo eso, sino que el poema refleja las características principales de este movimiento artístico (uso y abuso de drogas, filosofía oriental, liberación sexual…) y, con el tiempo, se ha convertido en un himno de dicha generación.


“¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió sus cráneos y devoró sus cerebros y su imaginación?/ ¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Ceniceros y dólares inalcanzables!/ ¡Niños gritando bajo las escaleras! ¡Muchachos sollozando en ejércitos! ¡Ancianos llorando en los parques!” 2


Aullido es el himno de una generación perdida y asustada por los barrotes de una cárcel social conservadora. Una cárcel que obliga a los jóvenes a convertirse en una sombra de sus mayores. Un lugar frío y sombrío donde el color no existe y la gris bruma lo enturbia todo. Desnudos, los jóvenes gritan y aúllan a la noche esperando que el espíritu humano los salve de la agonía. En los versos del poema encontramos los salmos de su religión. Aullido es la biblia de aquellos que no desean una biblia. Es la salvación de los hijos de una sociedad enferma.

La maquinaría de la que intentaba advertirnos Ginsberg sigue existiendo hoy en día. Sigue engullendo sueños y victorias. Sigue desnaturalizando aquello que antes tenía espíritu. Transformando las arterias en cables y los globos oculares en cámaras CCTV. Esos gritos que escuchamos a veces, en la nocturna lengua de la luna, cuando las estrellas mueren dormidas en su luz, son las almas que mueren en un restaurante fast food, las almas que viajan sin consciencia por los laberintos comerciales, las almas que sueñan con vivir en las pantallas móviles del simulacro.

Ginsberg rezaba y follaba y se drogaba y, a veces, hacia todo eso al mismo tiempo. Como un ritual de purificación espiritual con el cual conseguir la salvación de su ser en un mundo lleno de individuos sin consciencia ni identidad. Su aullido deseaba salvar América y, con ella, al mundo.

Deseaba huir de la guerra, de las bombas atómicas, de las misas religiosas podridas por el dinero. De los sueños que vendían los supermercados, del humo lleno de plomo de las fábricas de la General Motors. Sabía que iba a perder. Sabía que tenía que pedir perdón al Dios Capital. Y sabía que iba a ser arrastrado por las aguas del porvenir distópico. Nosotros somos hijos sordos del aullido de la generación beat. Tan solo escuchamos los ecos de sus palabras como susurros bajo la lluvia ácida.

Y es que la poesía de Ginsberg es la semilla de la reforma del capitalismo estadounidense. La estructura del movimiento hippie. La excusa del macartismo. El principio de desobediencia contra el autoritarismo protestante. La llegada del porno de los 60. La ropa teñida de arcoíris, y la psicodelia. Su poesía no es revolucionaria sino espiritual. No busca la acción política sino la salvación del alma.

Por eso todos somos santos y bailamos para salvarnos del infierno de cemento y radios comerciales. Fumamos el suero de la verdad tumbados en un colchón podrido rodeados de botellas de plástico y alumbrados por las luces de neón de un puticlub. Allí fuera podemos observar a Blade Runner fornicando con Matrix para engendrar un nuevo universo.

Vivimos en los sueños de la gran máquina de un solo ojo. Somos una pesadilla cósmica en un universo hecho de materia fecal y vómitos. Consumimos los trozos de mierda que nos lanza el capitalismo y no pasa nada. Nos identificamos con productos y no pasa nada. Todo lo que se sale del tiesto al final se convierte en otro producto. No existe escapatoria. Debemos abrir la boca y tragarlo todo y aprender a disfrutar de la masa amorfa que nos ha engendrado y que nos forma.

Adiós a los días felices cuando éramos frágiles y nos rompíamos en mil pedazos universales. Adiós a todas las veces que conseguimos ser placer y no frontera, y adiós a todo aquello que nos hacía ser humanos imperfectos en perfecta armonía. América te lo he dado todo y ahora no soy nada3. Pues eso. Al final, toda poesía es un desengaño y un lamento. Se parece tanto a la vida que da hasta miedo. América es todo lo que amamos y míranos ahora.

1 Aullido, p.11, extraído de Aullido y otros poemas, Allen Ginsberg, 2017, Anagrama.

2 Aullido, p.27, extraído de Aullido y otros poemas, Allen Ginsberg, 2017, Anagrama.

3 Aullido, p.55, extraído de Aullido y otros poemas, Allen Ginsberg, 2017, Anagrama.

Texto de Andrei Cristian Medeleanu – Let’s Read About It@lets.readaboutit

Similar Posts

Deja una respuesta