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¿Cómo nacen los refranes? El origen de tres dichos populares muy populares

El refranero popular español abarca una cuasi infinita variedad de temas, y ofrece respuesta y guía a un sinfín de situaciones cotidianas por las que todos, en un momento u otro, atravesamos a lo largo de nuestras vidas. En ocasiones, encontraremos dichos populares que parecen mutuamente excluyentes, ya que hacen referencia a un mismo tema en cuestión, pero desde puntos de vista contrapuestos. Y es que la sabiduría que viene de la mano de estas pequeñas cápsulas de conocimiento y experiencia popular, en ocasiones comunitario, en ocasiones universal, no debe ser interpretada como una serie de reglas sólidas, sino como una conveniente muleta de apoyo a utilizar sólo si la situación así lo requiere.

Y es que la ingente cantidad de refranes que escuchamos a diario, y que llevamos escuchando continuamente desde nuestra infancia, resulta tan variada que acaba por convertirse en el elemento central de la identidad y la personalidad de algunos enamorados de los atajos, de las soluciones rápidas, y del «si es que lo sabía, te lo dije!». A lo que vamos es, por favor, no te conviertas en el típico cuñado que tiene un refrán perfecto preparado para cada ocasión.

Sería razonable elaborar una suerte de lista de refranes y ordenarlos atendiendo a su valor práctico, pero además de razonable, sería una odisea. Y también acabaría siendo una fuente de continuo debate, ya que el valor pragmático del conocimiento popular es un tema muy subjetivo que viene condicionado por la situación de turno, como ya decíamos al principio. Quizá si que sería más sencillo llegar a una especie de consenso acerca de cuáles son los refranes que cargan un mayor significado cultural (el refrán es, por si no se han dado cuenta, el meme original).

Hoy, sin embargo, nos vamos a quedar un poco cortos, y a conformarnos con hacer un recorrido rápido a tres dichos populares que han ascendido a la categoría de refrán en España en los últimos tiempos. ¿Cuáles son estos nuevos fichajes que han venido a sumarse al selecto club de «A quién madruga, Dios le ayuda» ? Vamos a verlo.

Más moral que el Alcoyano

El C.D. Alcoyano es un club de fútbol con sede en Alcoy, Comunidad Valenciana. Fundado en 1928, el equipo ha jugado la mayoría de su historia entre la Tercera División (31 temporadas) y la Segunda División B (29 temporadas), habiendo jugado 12 temporadas en la Segunda División A y tan sólo 4 temporadas en Primera División.

El origen de la famosa frase sigue siendo objeto de debate, ofreciéndose alternativas que señalan a momentos puntuales en partidos concretos, en los que el club hizo gala de una férrea voluntad de seguir luchando por la victoria hasta el último minuto en encuentros, a priori, sentenciados. Una de estas explicaciones apunta a un partido en particular, en el que el Alcoyano continúo jugando para ganar, con sus jugadores lanzándose vehementes arengas de ánimo en el campo, pese a ir perdiendo por 13 goles a 0.

Sin embargo, nosotros creemos que la respuesta se encuentra en el rendimiento y los logros del equipo en la década de los años 40. Poco después del fin de la tenebrosa Guerra Civil Española, el Alcoyano compite en la segunda división valenciana: En la temporada 39/40 logra ascender hasta la primera división de la comunidad. Sólo cinco años más tarde, en la temporada 44/45, un meteórico ascenso acaba con el conjunto de Alcoy proclamándose campeón de la segunda división nacional, logrando así un impactante ascenso a primera. El equipo paga la novatada y desciende ese mismo año, pero sólo para rebotar con más fuerza aún y volver a primera en la 46/47 tras un añito en segunda.

Un año después, en la temporada 1948/49, el Alcoyano vuelve a descender. Pero ni cortos ni perezosos, en la 49/50 el conjunto valenciano (adivinen) retorna a la máxima categoría del futbol español, en el que sería su tercer y, hasta la fecha, último ascenso a primera. El periplo del club alicantino en primera acabaría sólo un año después, descendiendo a la segunda división por tercera vez en media década en la temporada 50/51.

Durante estos años de intensas emociones para el equipo valenciano, la moral siempre se mantuvo alta. Tanto cuerpo técnico, como jugadores, directiva y, sobre todo y más importante, afición, supieron cómo luchar con fuerzas de flaqueza por cada ascenso, cada temporada, cada partido y cada balón suelto. Pese a no estar al nivel económico de otros grandes equipos de la época como Real Madrid, Barcelona, Athletic Club de Bilbao o Sevilla, el Alcoyano nunca se amilanó, defendió su posición en primera con los dientes fuera, y fue capaz de resarcirse y encontrar la senda de vuelta a primera hasta en tres ocasiones. Tanta fue la impresión que causó el modesto equipo de Alicante en la sociedad de la época, que su inspiradora moral y actitud resiliente, su esfuerzo tan humilde y tan propio de una clase trabajadora que luchaba por recuperarse del estruendo de la guerra, han conseguido quedar plasmados en el argot popular y en el imaginario común de todo el país desde entonces y aún hasta el día de hoy. Para quitarse el sombrero.

Más se perdió en Cuba

Otra conocida expresión en el refranero popular español, y una de sus más recientes adhesiones, esta frase bien expandida hace referencia a los célebres (¿o deberíamos decir infames?) eventos de 1898 en La Habana, Cuba, en la llamada Guerra hispano-estadounidense. Dicha batalla, de sólo tres meses de duración, vino propiciada por el hundimiento del acorazado americano Maine en el puerto de la capital de la isla caribeña: este incidente, reconocido a día de hoy como un trabajo interno en el que la inteligencia militar americana escenificó un ataque español contra una de sus naves con el objetivo de legitimizar una respuesta bélica a la altura, dio pie a un conflicto en el que los españoles nunca quisieron verse envueltos.

Las consecuencias de esta guerra, finalizada el 13 de agosto del mismo año con la captura de Manila, Filipinas, por tropas americanas, significó la pérdida inmediata y absoluta de todas las posesiones que España mantenía en el continente Americano, y el fin de facto del Imperio Español.

El golpe que causó la pérdida de La perla del Caribe en la sociedad española fue notable, y supuso el inicio de una de las crisis identitarias y políticas más grandes de la historia del país, así como el vientre de una auténtica revolución artística y filosófica (ya se sabe que estos campos necesitan de la miseria como inspiración para ofrecer unos resultados relevantes). El impacto de esta derrota aún se siente en España, hasta el punto de que esta expresión ha venido a instalarse como recurso a la hora de quitar hierro a una situación desfavorable o de pérdida reparable o poco trascendente.

El cliente siempre tiene la razón

El último dicho popular de hoy no es exactamente un refrán, ni siquiera un dicho popular en un sentido clásico, aunque hemos decidido incluirlo porque: a) es un dicho, b) es popular, y además, c) es bastante moderno.

Como ya sabemos, el sector servicios y las tiendas de venta de artículos de consumo de diverso tipo han experimentado una evolución a la par de la de nuestra sociedad – creciendo desde tiendas y talleres de expertos artesanos, hasta llegar a la aparición de grandes almacenes y espacios de confluencia donde poder encontrar y comprar productos elaborados muy variados. Uno de los primeros ejemplos de gran superficie comercial, con una estructura innovadora que supone el origen de la manera en la que las grandes tiendas se estructuran en la actualidad, lo encontramos en los célebres departamentos Selfridges, ubicados desde 1908 y hasta el día de hoy en Oxford Street, en el corazón de Londres. «The customer is always right» fue el eslogan que el bueno de Harry Gordon Selfridge, un americano afincado en Gran Bretaña, utilizó para promocionar sus grandes almacenes, buscando desmarcarse de la competencia transmitiendo que, para sus trabajadores, la satisfacción total del cliente era la absoluta prioridad.

Aunque es evidente que esta máxima es poco realista – todos sabemos cómo de equivocados pueden llegar a estar algunos clientes, especialmente cuando actúan desde una posición de superioridad amparándose en la filosofía derivada de este eslogan – ha encontrado eco en nuestra sociedad, y ha sido replicada en múltiples idiomas, culturas y momentos. Pero esto no debe hacernos olvidar que se trata sólo de eso, un eslogan, ideado para atraer al cliente y hacerle sentir de una manera particular respecto a la idea de utilizar un servicio o adquirir un producto de un vendedor concreto. En este sentido, Harry Selfridge fue un auténtico pionero del marketing, y su figura y su alocada historia vital bien merecen un rewind en el futuro.

Así pues, este breve pero intenso repaso sobre el origen de algunas de las expresiones más repetidas de nuestra sociedad (o quizá deberíamos decir saciedad) nos sirve para entender un poco cuáles son algunos de los procesos involucrados en la gestación de un ente de información comunitario; significación cultural, significado compartido, y componente emocional. En una sociedad en la que internet se ha convertido en una fábrica que bombea memes de una manera constante e inapelable cada vez que se produce un evento con algún tipo de trascendencia social, está por ver si estos procesos se verán afectados en el futuro.

Tradicionalmente, se ha necesitado de un tiempo de consolidación para el afianzamiento y la transmisión de conocimientos, tiempos que parecen entrar en conflicto directo con el modus operandi de nuestros días y sus generadores de información cultural. Quizá, en un futuro, la concepción del término ‘comunidad’ cambiará del todo, para definirse dentro de unas fronteras culturales en lugar de geográficas, gracias a las posibilidades de comunicación y conectividad activa que ofrece internet. Quizá, en ese momento, habremos dado un paso evolutivo hacia una nueva manera de existir y coexistir. Quizá, en ese momento, habremos perdido un canal de comunicación que ya no volveremos a recuperar.

Quizá, quizá, quizá...

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