George Plimpton (1927 – 2003) fue un periodista, escritor y actor norteamericano. Protagonista de una prolífica carrera que le vio evolucionar desde la crítica literaria hasta el cine, pasando por el periodismo deportivo, Plimpton es quizá más reconocido por su estilo de periodismo inmersivo, denominado Periodismo Participativo. En este género, el autor se zambulle con la cabeza por delante en cualquiera que sea el tema a tratar en el trabajo en cuestión, con la intención de transmitir al lector una experiencia de primera mano verídica e identificable.
Así, el escritor fue protagonista de una serie de publicaciones que le llevaron a entrenar con equipos de fútbol americano o de hockey sobre hielo al más alto nivel profesional, a viajar por el mundo acompañando a diversos golfistas del PGA Tour, o a ensayar con la Orquesta Filarmónica de Nueva York, entre otras aventuras. Dentro de su dilatada carrera, el autor tuvo tiempo para aparecer hasta en 29 películas (en unas ocasiones como extra, en otras ocasiones encarnando a un personaje secundario o principal, y en muchas ocasiones, haciendo un cameo como él mismo), entre las que se incluyen algunos títulos tan populares como Lawrence de Arabia, La hoguera de las vanidades, inspirada en un libro de Tom Wolfe, o Good Will Hunting.
Por si la cualidad polivalente del autor no ha sido ya puesta suficiente en evidencia, también mencionaremos que George Plimpton fundó en 1953, junto con Harold L. Humes y Peter Matthiessen, la revista literaria The Paris Review, publicada en habla inglesa y realojada en Nueva York en la década de los setenta. A través de las páginas de esta publicación, referencia literaria a nivel internacional, hemos podido acceder y conocer más acerca del trabajo de algunos de los más grandes escritores contemporáneos, como Jack Kerouac, Philip Roth, William Faulkner, Pablo Neruda, Vladimir Nabokov, Ezra Pound, Ernst Hemingway o Jorge Luis Borges. The Paris Review está considerado un pilar fundamental en el desarrollo y mantenimiento de la cultura literaria desde la segunda mitad del siglo XX, habiendo sido definida como «uno de los actos individuales más constantes en la lucha por la consolidación de la cultura en la historia de la humanidad».
Pero es que aquí no acaba todo, ni mucho menos – la vida de George Plimpton daría para muchos artículos como este. Hombre de múltiples y variados intereses y aficiones, el tema que nos atañe hoy se relaciona con una de sus grandes pasiones, el deporte. Más concretamente, con el deporte que podría servir como epítome de la relación mística y simbiótica entre público y atleta, y que con mayor regularidad ha sido capaz de aportar ese elemento de épica que enamora al aficionado de manera universal: el boxeo.
Publicado por primera vez en 1977, Shadow Box: An Amateur in the Ring es el testamento de la experiencia personal de Plimpton cuando trata de introducirse en el mundo del pugilismo a través de una serie de episodios que nos llevan a acompañar al autor en su debut entre las (antes doce, ahora dieciséis) cuerdas, en una sesión de sparring frente a nada más y nada menos que el legendario y más longevo campeón mundial del peso semipesado de la historia, Archie Moore.
Tras este accidentado debut, Plimpton decide continuar con su inmersión en el deporte desde fuera del ring. Además de sentarse a debatir con otros dos elefantes de la literatura, y reconocidos amantes del boxeo, como Hemingway y Norman Mailer, Plimpton dedica el resto de la obra a centrarse en el auge de cierto muchachillo que comenzaba a dar sus primeros pasos como luchador – un tal Muhammad Ali. El escritor acompaña al púgil de Kentucky cubriendo algunos de los momentos más sonados de su trayectoria, como su primera pelea con Sonny Liston, donde se alza con el título de campeón de los pesos pesados por primera vez; su negativa al reclutamiento militar para participar en la Guerra de Vietnam; su regreso al cuadrilátero tras la suspensión que vino aparejada de esta negativa y que le mantuvo alejado del deporte durante más de tres años; o el célebre Rumble in the Jungle que le vio enfrentarse con el gigante George Foreman en Zaire en 1974.
Plimpton es uno de esos autores con capacidad para destacar en cualquiera que sea el tema que han decidido sacar a la palestra. Poseedor de una visión crítica y sagaz, y con un estilo literario desenfadado e ingenioso, apostar por Plimpton es apostar por el caballo ganador every single time.
Esta obra resultará una delicia para todos los amantes del boxeo, pero también para todos los amantes de la mística de los mejores años del siglo pasado – la etapa que abarca desde la posguerra hasta los desmadrados años ochenta. Una época de progreso, actitud y ambición que ha dejado como legado algunos de los eventos (con sus crónicas incluidas) más importantes de la historia.
Una época en la que el deporte, si bien ha venido siendo utilizado como una herramienta de entretenimiento y dispersión desde el momento mismo de su concepción y adaptación al gran público, aún no había alcanzado los niveles de intrusismo y espectáculo circense que podemos apreciar hoy en día. De esta manera, el aficionado al deporte promedio no se acercaba al espectáculo deportivo de turno con la mera intención de ser entretenido, sino también de ser inspirado – de aprender algo, de enriquecerse de alguna manera (no material, carajo).
Ha sido precisamente este abuso-y-mal-uso de la épica asociada al deporte por parte de codiciosos promotores lo que ha acabado por transformar una de las manifestaciones más básicas y esenciales de la naturaleza humana en una cortina de humo para difuminar los asuntos que realmente deberían estar acaparando nuestra atención como sociedad. Por eso, para el amante del deporte y de sus valores reales, la verdad no está en el momento presente. La verdadera mística del deporte nació y murió en el s XX, y gracias a figuras como Ali y a cronistas tan exquisitos como George Plimpton, ni siquiera necesitamos darnos de cabezazos contra la pared como lamento por lo mucho que han cambiado las cosas a peor. Just pick up a damn book.