Rafael Alberti (1902 – 1999) fue un escritor y poeta español miembro de la generación del 27. Considerado uno de los autores más prestigiosos del periodo de finales del siglo XIX y comienzos del XX, Alberti se involucra políticamente durante la dictadura de Primo de Rivera afiliándose al Partido Comunista de España, y más adelante, tras la Guerra Civil, marcha al exilio. Alberti regresará a una España ya en democracia casi 40 años después, en 1977, y finalizará sus días veinte años después en el Puerto de Santa María, la ciudad que le había visto nacer un siglo atrás.
Es en Cádiz donde acaban y donde comienzan las andanzas de uno de los grandes poetas de la historia de nuestro país. Nacido en el seno de una familia de origen italiano, Alberti se traslada con su familia a Madrid a los quince años, donde da sus primeros pasos en el mundo del arte a través de la pintura. El suceso que da pie a la vocación literaria del joven se da cuando, tres años después, fallece su padre. Los versos escritos a partir de esta pérdida y esta época de la vida del autor darían pie en el futuro a uno de sus mejores y más aclamados trabajos, Marinero de tierra, que le vería alzarse en 1924 con el Premio Nacional de Poesía, estableciéndose con apenas 22 años como uno de los poetas de referencia del país.
Rafael Alberti pasó entonces a vivir en la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid, donde coincide con otros jóvenes artistas junto con los que formaría más adelante la futura élite artística e intelectual de la sociedad española del siglo XX. Elefantes de la cultura, el arte y las letras como Salvador Dalí, Luis Buñuel, Federico García Lorca o Jorge Guillén, unidos en sus comienzos por el talento, la ambición, la curiosidad y, si exceptuamos a Dalí, el compromiso político.
En 1927 y con motivo de la celebración del tricentenario de la muerte de Luis de Góngora, el grupo de poetas formado por nombres como los de Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Vicente Aleixandre o Pedro Salinas, además de los mencionados Lorca, Guillén y Alberti, por nombrar sólo a unos cuantos, se dio cita en el Ateneo de Sevilla para rendir homenaje a su ilustre figura – quedando este momento marcado en la historia de la literatura y la poesía española como el de la fundación de la tan celebrada generación del 27.
Una vez estalla la Guerra Civil, Alberti y otros muchos intelectuales protagonizan una manifiesta oposición a los ideales fascistas representados por el ejército de Francisco Franco y el bando sublevado. Una vez certificada la derrota del bando republicano con la caída de Madrid a manos del ejército de Franco, Alberti se exilia, primero en París, luego en Argentina, y, finalmente, en Roma. A su regreso a España, el autor es agasajado a premios y reconocimientos a nivel nacional y particularmente en su Andalucía natal. Es destacado el incidente que protagoniza cuando, en 1989, rechaza su candidatura para el prestigioso Premio Príncipe de Asturias en un gesto político dirigido a revelar sus profundas e intactas convicciones republicanas.
Rafael Alberti publicó más de 40 poemarios a lo largo de su carrera, además de cinco antologías que pretenden recoger sus mejores trabajos, y hasta siete obras de teatro. Hoy nos hemos decantado por recomendar el libro publicado en 1940 Entre el clavel y la espada, pero, sinceramente, podríamos haber elegido casi que cualquiera dentro de su extensa bibliografía. El talento y la compleja simplicidad de los textos de Alberti nos brindarían esa comodidad.
Hemos elegido Entre el clavel y la espada, decimos, porque creemos que es apropiado atender a las impresiones de primera mano, a pie de campo, de una de las figuras claves de la sociedad artística española, recogidas e inspiradas durante y a partir del período de tiempo más determinante en nuestra historia reciente – esto es, la secuencia de eventos que llevaron a la sociedad española desde el gobierno de la Segunda República hasta la instauración del Franquismo, pasando por la demencial guerra civil que enfrentó a cara de perro a familias entre sí.
Desde la evocación de la miseria y la tragedia de la guerra fratricida, a través del recuerdo a su amigo Antonio Machado, y el lamento sordo y ensordecedor del exilio forzado, el llanto por la tierra perdida, por la tierra que le ve nacer y que, ahora, debe observar desde la otra orilla. La crueldad y el sinsentido de la lucha social en nombre de ideales políticos que solo engrandecen a quienes le dan voz, no a quienes dan su alma – y sus vidas – por defenderlos. El ridículo de no poder disfrutar de nuestras virtudes. La pena y el dolor del que sabe tener razón y que de nada vale. La aceptación triste y definitiva de que, en las guerras, nadie gana del todo. Y mucho menos en esta. Las dualidades y las contradicciones de una nación compuesta a base de fragmentos y que parece empeñada en boicotearse a sí misma. El corazón, como el país, partido a la mitad.
Texto de Tarek Morales para History Cool Books